viernes, 20 de abril de 2012

En defensa de “Cuando una ciudad se pierde” de Javier Marías


Pocas polémicas habrá tan desiguales como la que ha suscitado en Soria la publicación del artículo titulado “Cuando una ciudad se pierde”, de Javier Marías en El País Semanal el 15 de abril de 2012. Da la impresión de que se haya querido compensar el hecho de que el citado artículo se haya publicado en un medio tan influyente como EPS silenciando en Soria cualquier manifestación en favor del escritor madrileño. He intentado publicar, sin éxito alguno, en el Heraldo de Soria un artículo en el que rebatía distintos aspectos de los ¡cinco! artículos que el citado periódico soriano publicó en contra del artículo de Marías. En vista de que el Heraldo no ha querido publicar mi respuesta, intenté hacer lo propio en el Diario de Soria, pero éste no ha querido publicar nada relativo a Javier Marías (ni a favor ni en contra, ni mío ni de ningún otro autor) porque el Diario es una edición local de El Mundo y ya se sabe que a la competencia, ni agua.

En vista que no he podido publicar en letra impresa mi artículo, lo reproduzco aquí:

“No ha sido para mí ninguna sorpresa que el artículo titulado “Cuando una ciudad se pierde”, de Javier Marías (publicado en El País Semanal el 15 de abril de 2012) suscitara un rechazo considerable entre las fuerzas vivas de la capital soriana, rechazo constatable tanto en las conversaciones de la gente de a pie, como en las páginas de Heraldo de Soria. Sin que mi respuesta sea más extensa de lo debido, voy a intentar rebatir los cinco artículos aparecidos los días 18 y 19 de abril en el citado periódico. El artículo de Luis Naveda (titulado “Javier Marías” y publicado el 18 de abril) se me antoja un tanto insustancial; comienza explicando por qué han venido a Soria diversos escritores y termina diciendo lo siguiente: “Bueno, si uno quiere cambiar de casa es muy dueño, pero para eso, si es un señor, no es necesario ofender ni insultar”. El artículo de Marías no sólo no insultaba a nadie, sino que era menos incisivo que la mayoría de los artículos que publica cada domingo en el suplemento dominical de El País; igualmente, considero que sólo puede ofenderse con él quien quiera sentirse ofendido. Además, Naveda dice que Javier Marías “reniega de Soria”, como si vivir en Soria fuera algo parecido a profesar la religión verdadera y como si uno no pudiera irse a vivir donde le plazca y decirlo.

El día siguiente apareció también un artículo de Carlos González García (“Deterioro de Soria según Javier Marías”), que me parece, junto con el de Luis Naveda, el más flojo de los cinco. El estilo de Carlos González es bastante desaliñado (por ejemplo, tilda a Marías de “escritor literario”, como si hubiera escritores que no lo son) y ni siquiera su autor ha entendido o ha querido entender lo que dice Marías y cae en la “falacia del hombre de paja”, consistente en atribuir a la persona con la que se debate palabras que éste no ha escrito para luego refutarlas. Por ejemplo, González dice que Marías ha escrito que el futuro aparcamiento del Espolón es innecesario porque la mitad de los aparcamientos de la superficie están vacíos, cuando el objeto del comentario de Marías era el aparcamiento subterráneo de la Plaza del Olivo. Esta falacia es aún más sangrante porque González entrecomilla la frase que Marías no ha escrito en su artículo para atribuírsela con más autoridad.

El artículo de Silvano Andrés de la Morena me parece, junto con el de Roberto Ortega (al que me referiré más tarde), el mejor de los cinco artículos y es el más respetuoso de todos. Silvano Andrés admira a Marías y su artículo está escrito con el respeto de quien admira a un gran escritor. El propio título del artículo (“A Javier Marías”, publicado el día 18) refleja esa admiración, porque parece una dedicatoria.

El 19 de abril, Heraldo de Soria publicó el artículo titulado “El artículo de Marías”, de Roberto Ortega Torres. Ortega es, tal vez, el mejor articulista soriano de las últimas décadas; su artículo comienza, como el de Silvano Andrés, con un elogio de las novelas de Javier Marías y de sus artículos dominicales en el suplemento de El País, salvo el que hoy nos ocupa, por el cual a su autor habría que “pegarle una patada en los cojones”. Aparte de lo innecesario de proferir tal grosería (máxime cuando Ortega ha elogiado poco antes sin reservas al autor madrileño), hay en el artículo de Ortega una flagrante contradicción, pues dice que a él “también le ponen frenético justamente las mismas cosas que Marías comenta”. Si también a él le ponen frenético las mismas cosas que Marías cuenta y éste las cuenta con su maestría habitual, ¿qué necesidad hay de dar patadas a nadie en ningún sitio?

Un día antes, el 18 de abril, publicó José Luis Bravo su artículo “Adjetivos para Javier Marías”, y en él no hay ni respeto ni admiración alguna hacia el escritor madrileño; incluso da la impresión de que el periodista soriano haya querido aprovechar la ocasión para hacer pública la animadversión que le profesa. Bravo, fino articulista en otras ocasiones, escribe esta vez con un trazo grueso impropio de su estilo habitual. Voy a centrarme en intentar rebatir este artículo de forma un poco más extensa.

El primero de los adjetivos que Bravo dedica a Marías es 'presuntuoso', porque dice que Marías “se erige en promotor de nuestra ciudad”, cuando éste reconoce que son sólo algunas las personas que han visitado Soria por recomendación suya.

El segundo adjetivo que Bravo dispensa a Marías es 'tranochado', porque “es obvio que la que (sic) vive en sus recuerdos infantiles de cuando pasaba los veranos junto a su padre, Julián Marías”. No veo qué hay de malo en que Marías recuerde su infancia en Soria en algunos de sus artículos más literarios, que no son los más abundantes; además, considero que Javier Marías es uno de los articulistas españoles más 'actuales' cuando abandona ese estilo más literario y se dedica a poner en solfa de forma tan incisiva como directa diversos aspectos de la actualidad, sobre todo los que tienen que ver con la política.

El tercero de los adjetivos que Bravo endosa a Marías es “egoísta”, porque, “sin tener en cuenta a quienes aquí deben vivir todos los días del año, aspira a una ciudad triste, silenciosa y quizá oscura”. Todo lo contrario. Javier Marías, sin dejar de escribir un artículo que puede interesar a cualquier lector hispanohablante, sale en defensa de los vecinos de la parte más céntrica de Soria: la comprendida entre la mitad del Espolón y Marqués de Vadillo. Se nota que José Luis Bravo vive en una zona más silenciosa que la anterior. Yo estuve viviendo cuatro años cerca del que ha sido el domicilio soriano de los hermanos Marías y encima de la terraza de otro bar de copas, y he podido darme cuenta, al igual que algunos de mis antiguos vecinos, del deterioro en estos últimos años de la calidad de vida en una de las zonas más caras de Soria y en la que se sigue pagando una de las contribuciones más altas de nuestra ciudad. Hasta hace bien poco, unas terrazas que antes ni siquiera existían han estado cerrando en verano a diario a las cuatro o a las cinco de la mañana, amparadas por un vacío legal propiciado por el alcalde Martínez Mínguez, siempre más proclive a favorecer a los clientes y dueños de los bares nocturnos que al ciudadano que madruga para ir a trabajar. Y le doy la razón a Marías cuando denuncia la pasividad de la policía municipal ante determinados comportamientos incívicos de algunos sujetos a altas horas de la madrugada.

El cuarto adjetivo con que el periodista soriano obsequia al escritor y académico madrileño es “ignorante”. Y digo yo que hay que tener mucho cuajo para llamarle 'ignorante' a uno de los escritores españoles más cultivados del momento, dueño de una refinada y vasta cultura no sólo en castellano, sino también, como mínimo, en inglés y en francés (siendo bien joven fue, por ejemplo, el traductor al inglés de los subtítulos de El espíritu de la colmena, la mítica película de Víctor Erice). Fundamenta Bravo su tajante aseveración en que Marías “lo desconoce todo, absolutamente todo, sobre las Fiestas de San Juan”. Bravo parte de un error de base: suponer que cualquier persona que desconoce lo relativo a los sanjuanes es un ignorante, cuando uno puede ser la persona más culta del planeta y no saber nada acerca de las citadas fiestas. José Luis Bravo hace gala aquí del sorianismo más cerril, de ese que que niega la cualidad de soriano a todo ciudadano nacido o residente en Soria que no vive o que no defiende las fiestas de San Juan. La visión que Marías da de las citadas fiestas (“la murga non-stop -día y noche- que las llamadas “peñas” endilgan a los habitantes con unas monótonas charangas”) es la lógica en una persona a la que no le gusta ninguna fiesta y que ha vivido en El Espolón. Si Marías no sabe más de las citadas fiestas es, lisa y llanamente, porque no le ha interesado saber más sobre ellas, y sería pintoresco llamarle ignorante por ello.

El quinto adjetivo con el que Bravo moteja a Javier Marías es “despectivo”, porque éste critica ciertos eventos deportivos que tienen lugar en torno al Espolón; Bravo recuerda que uno de ellos era una carrera benéfica. Yo no tengo nada que objetar a una carrera si son buenos los propósitos que la animan, pero Marías lleva razón en que cada dos por tres se organizan en el centro eventos que se quieren adornar innecesariamente con el alquiler de potentes altavoces para que no sólo la locución, sino músicas que no vienen a cuento se emitan a un volumen indecente durante horas. Y quisiera añadir, a este respecto, algo contra lo que Javier Marías nunca ha protestado porque no conduce: cada vez que se celebra una de estas competiciones se corta el tráfico en El Espolón, cuando no en la calle Sagunto, obligando a los vecinos de la zona que sí conducen a dar continuos rodeos.

El sexto y último adjetivo que el periodista soriano aplica al académico es “desagradecido” frente a una ciudad que lo acogió y que “le convirtió en un hijo predilecto del que nos sentíamos orgullosos. Hoy, porque le molesta un bar debajo de casa, suelta una coz y dice que se va”. Con permiso de Bravo, voy a darle la vuelta a su argumento: Javier Marías ha estado años pasando amplias temporadas en Soria y publicando regularmente artículos en los que ha elogiado a nuestra ciudad y a sus gentes; ahora, por un solo artículo (en el que además no deja de evocar muchas de las cosas buenas que le pasaron en Soria), va Bravo y se pone como se pone. ¿Y tampoco se acuerda de los cinco millones de las antiguas pesetas que Marías donó al C. D. Numancia? ¿Quién es el desagradecido aquí?”

P.D.: En un ejercicio de pluralismo informativo sin precedentes, Heraldo de Soria publica hoy (un día después de crear yo esta entrada) tres cartas de sendos lectores indignados con el citado artículo de Javier Marías. Ni rastro de mi artículo, ni de una carta al director que envié antes de leer las cinco columnas citadas, ni de escritos de otras personas (si es que existen y no estoy solo en esto) a favor de Marías.

Obra en las aceras


En la calle Isabel Rebollo de Soria acaban de levantar unas aceras que estaban en buen estado para hacerlas nuevas. ¿Qué sentido tiene que un ayuntamiento muy endeudado y que ya ha presentado un plan de recortes promueva una obra innecesaria en plena crisis? La única respuesta que se me ocurre es que el Ayuntamiento de Soria pueda querer dar trabajo a la empresa a la que se ha adjudicado la obra, porque ya se sabe que los poderes públicos españoles bajan el sueldo a los funcionarios o a todos los asalariados (mediante la subida del IRPF) para dar trabajo a las empresas de construcción y dinero a los bancos; incluso el actual gobierno no sólo se conforma con quitar a los pobres y a la clase media para dárselo a los más ricos, sino que incluso tiene la desfachatez de sustraerle dinero a los ciudadanos honrados mientras permite que se vayan de rositas quienes defraudan grandes sumas. ¿Quién ha dicho hace poco que el marxismo ya no tenía vigencia? Si no la tiene, desde luego, debería tenerla.

Volviendo a las aceras: en tiempo de crisis sabe especialmente malo que los citados poderes públicos se gasten el poco dinero que hay en cambiar unas aceras que están en buen estado cuando unos metros más allá no sólo las hay más deterioradas sino que pueden verse, incluso, trozos de calle sin pavimentar. ¿A quién corresponden estas decisiones? ¿No tiene el Ayuntamiento técnicos que digan qué aceras están en buen estado y cuáles están mal? ¿O es que los políticos no hacen caso a los técnicos?

(Publicado por Heraldo de Soria el 11 de abril de 2012).

De Guindos y los inversores


Leo en El País que “el ministro de Economía, Luis de Guindos, se verá con el gobernador del BCE, Mario Draghi, e inversores internacionales en París y Fráncfort”. Comprendo que el ministro español de Economía se reúna con los ministros de economía de otros países europeos, incluso entiendo que se entreviste con el gobernador del Banco Central Europeo. Pero a los inversores internacionales ¿quién los ha elegido para merecer entrevistarse con un ministro de economía y para que éste haga un viaje internacional con tal propósito?