Con
más prisa de lo deseable, el pasado sábado por la tarde subí al
hipermercado a buscar discos para regalar a una persona que
gusta de la música de los cantautores. No había mucho donde elegir
y resolví la papeleta con sendos discos de Leonard Cohen e Ismael
Serrano, pero pude constatar que una de las personas de la que más
discos había en el citado establecimiento era una cantante apodada
'La Húngara', de quien nunca había oído hablar y cuyo estilo
supuse, por el aspecto de las portadas, más deudor de los efluvios
de lo andalusí que cercano al de una Márta Sebestyén.
Tras
someras búsquedas por Google y YouTube para documentarme un poco, he
llegado a la conclusión que La Húngara es la verdadera princesa del
pueblo, con su trabajo como cantante y como letrista o compositora
ocasional y no gracias al cuento que le echan otros. La artista
ecijana es la verdadera 'madre coraje' de la música española. No
tengo claro que con A mi Laura y, sobre todo, con Déjame
volar, La Húngara pretendiera proseguir la estela del dramón
incestuoso iniciado por Pimpinela, pero lo que sí ha conseguido sin
seguramente buscarlo es crear dos auténticos himnos a la
emancipación de la mujer, sin ambages ni aspavientos.
Hay
en la segunda de estas canciones unos versos que a mí me parecen
memorables: “Cómo pasa el tiempo, / mi Sonia O'Hara se me hace
grande; / parece que fue ayer / cuando sólo quería con su madre; /
sólo piensa en salir / y siempre quiere recogerse tarde.” Aviso
para navegantes: O'Hara no es el apellido del padre, sino el segundo
nombre de la muchacha, para distinguirla de la madre, Sonia a secas
de nombre y Priego de apellido.
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